Blogia
urbanismo

LATINOAMÉRICA: PAÍSES ABIERTOS, CIUDADES CERRADAS

LATINOAMÉRICA: PAÍSES ABIERTOS, CIUDADES CERRADAS

 

de Luis Felipe Cabrales Barajas (coordinador)
Editado por la UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA - UNESCO

 


Latinoamérica: países abiertos, ciudades cerradas

Prólogo

Los espacios residenciales cerrados, llamados, según el lugar, urbanizaciones, fraccionamientos, loteamientos, o enclaves cerrados, gated communities, o country clubs , es una forma particular del urbanismo occidental que existe desde principios del siglo pasado pero que observa un auge sólo a partir de las últimas décadas. El libro-coloquio que aquí se presenta, explica ésta forma particular del hábitat urbano contemporáneo principalmente en ciudades de América Latina, lo cual ofrece la ocasión para reflexionar sobre este espacio, analizar sus sentidos y sus efectos y vislumbrar propuestas alternativas.

 

En la actualidad, son más frecuentes las ocasiones que tenemos de tropezar ante las murallas de las urbanizaciones cerradas, como escasas son las oportunidades de encontrarnos ante análisis serios sobre los fenómenos que atañen las sociedades contemporáneas desde sus componentes sociales, políticos y culturales. Esta es la primera razón por la cual la UNESCO, desde su Programa "Gestión de las Transformaciones Sociales" (MOST), saluda con respeto y apoya con interés ésta excelente iniciativa del Departamento de Geografía y Ordenación Territorial del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara.

 

El libro responde en gran medida a tres preguntas esenciales respecto a las formas urbanas que trata: ?Porqué su apogeo y aparente consolidación durante las ultimas décadas? ?Qué significa socialmente la aparición de éste hábitat en nuestras ciudades? ?A qué desarrollo urbano, a qué urbanismo y a qué proyecto de sociedad obedecen?

 

1. Relación espacio-sociedad

 

El espacio urbano -y sus formas particulares de ciudades y de hábitat- no es un objeto en sí, sino el resultado de procesos complejos y con múltiples centros de generación. Este resultado reviste la forma de la sociedad que lo crea, lo cual implica que al menos tres dimensiones lo caracterizan: la política, la cultural y la económica. Así, a la vez que las sociedades conforman sus espacios, las formas resultantes nos ayudan a conocer los valores, lógicas, fuerzas y relaciones de poder que las animan.

 

Por otra parte, las ciencias sociales y humanas son la fuente esencial del conocimiento de tales interpretaciones. Pero el trabajo de observación, análisis y comprensión de las formas urbanas a los que accedemos gracias a sus métodos y teorías, nos interesa en la medida en que podemos intervenir en el curso de los procesos que las producen. Esto presenta sin embargo, al menos tres desafíos dignos de tomarse en cuenta.

 

El primero es técnico. El urbanismo, la arquitectura y los mecanismos de ordenación territorial, con sus instrumentos de concepción y de planificación, y ayudados por las ciencias sociales y humanas, nos pueden dar las herramientas necesarias para proponer estrategias de cambio y alcanzar los objetivos deseados. El segundo reto, implica tratar de relacionar con éxito la producción de conocimientos científicos, la aplicación técnica y la toma de decisiones. Es decir, que esa perspectiva de posibilidades que se abre con las ciencias, las técnicas y las artes, se encausa en un punto focal único: el de las políticas urbanas, como dispositivos susceptibles de guiar -racional y democráticamente- las opciones que una sociedad se quiere dar en los espacios que va edificando. El tercer desafío es de orden ético, pues se trata de garantizar la consecución de los principios, ideales y valores que persigue el proyecto histórico de una sociedad. Naturalmente, esto supone que tales valores, claramente determinados y compartidos, constituyen el fundamento de la vida pública, de la Política con mayúscula...

 

La UNESCO, desde su vocación universal defiende una concepción plural de la vida urbana y promueve la constitución de lugares de solidaridad y de civilidad en sus dos acepciones, la de urbanidad, que se refiere a la convivencia, la apertura y a la combinación creativa de todas las diversidades sociales, culturales y étnicas, y la de vida cívica, que se refiere a la democracia.

 

Es aquí encontramos la fascinante dialéctica espacio-sociedad: la ciudad ideal, aquella a la que tendemos desde los valores y derechos universales, es en la que se construye a partir del ejercicio ciudadano de todos sus habitantes. Al mismo tiempo, hay lugares urbanos que pueden erigirse para contribuir al establecimiento de vínculos entre los individuos y el Estado, con sus derechos y obligaciones, es decir, para la formación de la ciudadanía. En este sentido, el espacio urbano y su espacio público, aparecen esencialmente como un fenómeno político por el cual el ciudadano habita la ciudad y es admitido a ejercer sus derechos políticos.

 

La fuerza del mensaje de la UNESCO respecto al urbanismo radica, de esta manera, en dos puntos principales: el reconocimiento de la diversidad como base del aprendizaje de la convivencia entre grupos sociales diferentes, y la necesidad de la democracia como sustento de la dimensión política. "Humanizar la ciudad", el lema que la UNESCO llevó a la "Cumbre de las Ciudades" (Hábitat II) en 1996, significa dos cosas: luchar por restituir a todos los ciudadanos el protagonismo que les ha usurpado la economía de la mundialización, y fomentar el desarrollo de nuevas fuerzas sociales capaces de luchar contra todas formas de opresión y de dominación.

 

Es en este marco axiológico y estratégico donde se sitúa nuestro interés por el estudio y la comprensión de la ciudad como lugar de transformaciones sociales y de los nuevos fenómenos urbanos, como son los espacios residenciales cerrados en América Latina.

 

2. Urbanización y transformaciones sociales

 

En la era presente, la urbanización es la forma más común de vida social. Tres elementos parecen caracterizar particularmente el proceso de urbanización mundial. Primero, la exacerbación de la concentración demográfica y de los movimientos migratorios en fragmentos de territorios nacionales e internacionales. Segundo, los profundos cambios inducidos por los adelantos tecnológicos y por la "mundialización económica", que tiende a distraer los propósitos democráticos y ciudadanos en los que se basa la sociedad. Tercero, la agravación de la segregación social del espacio, con sus tendencias discriminatorias de los grupos sociales indigentes, cada día más numerosos.

 

Los cambios que el neoliberalismo viene incitando, modifica las condiciones del espacio urbano, imponiéndole nuevas disparidades. Como se menciona en este libro, estos cambios se refieren principalmente a la flexibilización del trabajo, a la polarización social de la riqueza y el poder, a la retracción del Estado y de las funciones del gobierno, a la privatización de servicios y del suelo, y en términos generales, a la desregulación de lo urbano por una disminución cualitativa de las políticas sociales. La reforma del Estado consiste entre otras cosas, en procurar indiscriminadamente la inversión privada sobre el espacio y los bienes urbanos. Desde entonces, el mercado inmobiliario aparece como el protagonista del desarrollo urbano.

 

La estructura especulativa y el mercado del suelo urbano son determinantes de la concentración selectiva de grupos sociales. Varios autores afirman aquí con razón que la segregación socio-espacial es un fenómeno característico de la urbanización. Particularmente, la ciudad latinoamericana se ha construido históricamente en base a fragmentaciones territoriales y a la segregación. En ambas, se reflejan las relaciones del poder de sus sociedades, mismas que pueden revestir una gran variedad a lo largo de la historia.

 

Las urbanizaciones cerradas aparecen como paradigmáticas, presentando un interés ineludible en tanto que son expresiones de nuevos modelos de segregación social del espacio en plena propagación. Estas formas particulares de hábitat segregacionista son tolerados por las autoridades locales, impulsados por los promotores inmobiliarios y por los técnicos de la concepción y de la construcción del espacio, y aceptados aparentemente con satisfacción por sus usuarios. Forman parte de una nueva topología edilicia que pueden compartir, según algunos autores del libro, las mismas características con los malls o centros comerciales, parques temáticos y otros espacios de consumo regido por "imágenes corporativas" (o corporate identity). Esta tipología manifiesta sobre todo una manera particular de concebir la ciudad, de desarrollarla, administrarla y de practicar un cierto urbanismo.

 

Los espacios residenciales exclusivos de las ciudades aquí analizadas, tienen rasgos físicos e históricos claramente mostrados en este libro. Respecto a la estructura urbana, una de sus notas constitutivas más impresionantes, es su baja densidad de ocupación. Por ejemplo, en la periferia de Buenos Aires, 300 urbanizaciones cerradas abrigan 30.000 habitantes y ocupan 20.000 Has, superficie equivalente a la ciudad de BA, pero con solo el 1% de su población (Tella y Welch).

 

Se trata así de un tipo morfológico residencial urbano privado que establece reglas precisas de usos del suelo, de edificación y de convivencia, separado del entorno urbano por dispositivos de seguridad físicos y organizativos, respondiendo a una "segregación voluntaria". Pero sobre todo, reflejan una transformación sociocultural más profunda. ?A qué propósitos o ideales obedecen estas formas urbanas en expansión? Algunos autores del libro advierten atinadamente que estos "simulacros de seguridad y de distinción" (Méndez Sainz), significan de hecho una "copia sin original, la reconstrucción de una realidad ?sin disturbios ni inconvenientes? que nunca ha existido" (Ickx).

 

Se ponen así de relieve, con la segregación social del espacio ya mencionada, otros dos elementos fundamentales de la problemática que nos ocupa: la seguridad y la privatización. El primero es el pretexto del segundo. Este hábitat se legitima socialmente por una necesidad de seguridad, lo que lleva a sus habitantes a desligarse del espacio social con el cual ya no se identifican, o del cual quieren y pueden separarse, creando islas protegidas donde se puede estar tranquilo por la homogeneidad del "nosotros intra-clase". De ésta separación voluntaria, se pueden derivar al menos dos consecuencias: la privatización individualista y el desprecio por la alteridad. Cuando una sociedad se refugia en estos principios, camina en sentido opuesto de la búsqueda de soluciones ante los embates de la desagregación social. Llegamos así a la alternativa promisoria de cohesión social del espacio, de la que las urbanizaciones cerradas se alejan principalmente por motivos aparentes de seguridad.

 

No hay que olvidar las principales causas que afectan la cohesión social en las ciudades de América Latina: la polarización de la riqueza, la pauperización creciente de la población, la represión política, las practicas mafiosas y el tráfico de droga. Estos fenómenos son ciertamente estructurales y la segregación social, uno de sus efectos.

0 comentarios